Más de dos tercios de Brasil están drenados por las
cuencas de los ríos Amazonas y Tocantins-Araguaia, alrededor de un quinto por
la cuenca del Río de la Plata y el resto por el río São Francisco y otros ríos
pequeños. El Amazonas, con sus grandes afluentes: al norte Iça, Uatumã,
Trombetas, Paru, Jari, Negro y Japurá; al sur Javari, Purus, Juruá, Tefé,
Coari, Madeira, Tapajós y Xingu y el Tocantins, que es un tributario del río
Pará, distribuidor sur del Amazonas, que posibilita la navegación interna. La
longitud del Amazonas desde Iquitos, en Perú, hasta su desembocadura al noreste
de la costa de Brasil es de 3.700 km, todos navegables por barcos de cabotaje.
La cuenca del Plata, que corre a través del territorio brasileño, posee ríos
con cascadas (como el Iguazú, que forma las cataratas del mismo nombre) de gran
potencial hidroeléctrico, que es aprovechado por el conjunto de las
represas-usinas hidroeléctricas de Itaipú, Jupiá, Ilha Solteira y Foz do Areia,
considerado como el mayor del mundo, con 18.915 MW de potencia instalada. Este
complejo se extiende por los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay y se adentra en
los países vecinos Paraguay, Argentina y Uruguay. La cuenca del São Francisco
es la única enteramente brasileña y atraviesa una región caracterizada por un
clima semiárido, por lo que es muy útil para el riego. Su potencial
hidroeléctrico se utiliza bastante a través del complejo de represas de Paulo Afonso.